El papel de la familia en la adolescencia

El papel de la familia en la adolescencia


Solemos caer en la creencia, no siempre verdadera, de que nuestros hijos viven en entornos protegidos, alejados de la fealdad y de los egoísmos del mundo exterior. Lo cierto es que nuestros niños y adolescentes están mucho más en contacto con esa realidad de lo que nos podemos imaginar. Las redes sociales les acercan al mundo de las drogas, de la sexualidad, de las apuestas provocando muy distintas reacciones en ellos; lo que se ha identificado como  violencia contra ellos mismos: tal es el caso de las anorexias, los estados de ansiedad, las adicciones … o violencia  contra los demás como las situaciones de acoso., ciber acoso, sexting …

La adolescencia, que se inicia cada vez antes en algunos aspectos, no nos puede hace olvidar que nuestros hijos aún necesitan la guía, el control y el marco de los adultos que les rodean, – familia y profesores – para ayudarles a construir un mundo de valores en el que predominen la integridad, el compromiso y el respeto a uno mismo y a los demás en tanto que fundamentales del desarrollo de la persona.

Solemos caer en la creencia, no siempre verdadera, de que, por la propia naturaleza, nuestros hijos aprenderán estos valores. Sin embargo, sabemos que la infancia y la adolescencia son etapas de crueldad no siempre limitada ni auto regulada, de inseguridad personal, de búsqueda de su lugar en el “mundo”, que muchas veces se consigue a costa de los otros o de ellos mismos con el objetivo de ganar una mal entendida popularidad entre sus iguales.

Solemos caer en la creencia, no siempre verdadera ni eficaz, de que, desde el colegio se podrán redirigir estas actitudes. Desde el colegio se abren espacios de diálogo y talleres de prevención  que nos permiten identificar situaciones de riesgo, que por la propia idiosincrasia de las mismas, no se suelen dar en el entorno escolar y sí al salir de clase pero es  en la verdadera comunicación, alineación y complementación donde encontramos los resultados más positivos.

Las intervenciones de las familias son clave desde el punto de vista del impacto emocional que provocan en los adolescentes. A los hijos les importa lo que piensan sus familias; si las decepcionan o no con sus actuaciones; si cumplen con las expectativas marcadas o no.  Apelamos al diálogo familiar, a pedir explicaciones a nuestros hijos, a que nos cuenten lo que dicen y hacen y cómo se relacionan dentro y fuera del centro y os convocados un espacio de diálogo familiar en el que los adolescentes puedan exponer sus miedos y en el que los adultos podamos marcarles unos límites claros acordes con los valores familiares

Los encuentros y los desencuentros están servidos pero el roce hace el cariño  – todos  lo sabemos-  y  es  lo que permite abrir la puerta a la intervención de la familia y lo que nos proyecta en su mente como un referente .

La adolescencia es una etapa de experimentación, y entra dentro de la normalidad que así lo sea, siempre que el adolescente pueda a pensar: ….” Si me ven en casa…” cosa que significaría que sabe dónde están los límites y las expectativas sobre su conducta.

En definitiva,  la educación es una tarea conjunta en la que cada parte juega un papel que no siempre es fácil, pero al final, es muy gratificante.

 

Patricia Carranza

Directora